Una tarde de invierno - cuando la lluvia había cesado, y los tímidos rayos de sol penetraban por la ventana proyectando luces y sombras sobre la pared - me senté en el sillón de la biblioteca, como cada tarde, para dar paso a los devaneos mentales que me provocaban las líneas y los colores que decoraban aquella pared.
¿Fue mi exaltada imaginación, o la luz incierta de la estancia, la responsable de que aquellas órbitas, onduladas e irregulares, aparecieran de pronto ante mis ojos como dos círculos de un blanco calcáreo y resplandeciente? No sabría decirlo porque, inmediatamente, una sensación de incontrolable ansiedad, una curiosidad devoradora hizo que me levantara del sillón para acercarme a la pared y quedarme casi petrificado frente al retrato. Mis ardorosas miradas habían descubierto aquel par de óvalos blancos que se ocultaban en la cuenca de sus ojos cadavéricos y a los que toda la familia hacía alusión.
Los había visto, ahora entendía por qué la abuela se paraba delante del retrato para decirle a mi padre:
- Él sí que fue un hombre de verdad, un hombre que siempre tuvo un par de … ¡y muy bien puestos!
La tarde cayó sobre mí, las luces se extinguieron, y yo me encontré de nuevo sentado en el sillón. Inmóvil, solitario, seguí sumido en la meditación:
- No me parezco al abuelo. Sólo tengo uno, como mi padre, … pero el mío es … ¡¡¡ de dos yemas !!!
- No me parezco al abuelo. Sólo tengo uno, como mi padre, … pero el mío es … ¡¡¡ de dos yemas !!!
Atenea
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Ésta fue mi propuesta de febrero para ENTC. Tema del mes : El retrato ... (basado en "El retrato de Dorian Gray")
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