El castigo sin venganza

     El viernes pasado terminó la temporada de Teatro  en el Centro Social "Novacaixagalicia" con la representación de  "El castigo sin venganza".

     Ernesto Arias dirige este montaje. Y Gerardo Malla, en el  papel del duque, encabeza un reparto que completan los actores Lidia Otón, Bruno Ciordia, Jesús Fuente, Alejandra Mayo, Rodrigo Arribas, Jesús Teyssiere, Manuel Sánchez y  Belén Ponce de León.
  
     La compañía Rakatá escenificó «El castigo sin venganza», una de las más bellas obras de Lope de Vega considerada como la "culminación de su variada obra dramática". Esta obra se centra en el dilema con el que tantas veces nos encontramos a lo largo de nuestra vida cuando tenemos que decidir entre lo que se "desea hacer" y lo que se "debe hacer". Es una gran historia de honor y de amor que narra los amores fatídicos de Federico y su madrastra que llevarán al padre de Federico, el Duque de Ferrara, debatido por el amor a su hijo y el deseo de venganza, a tomar una decisión final sin redención posible. Aquí no hay ni buenos ni malos  comportamientos, no hay malvados ni tiranos sólo una situación en la que todos los personajes tratan de hacer lo correcto y evitar sufrimientos. Y sin embargo, eso no impide la tragedia. 

     En mi opinión fue una puesta en escena correcta desde todos los puntos de vista, cuidados hasta los más mínimos detalles y con la solemnidad que el contenido de un clásico del Siglo de Oro requiere. Los actores y actrices se desenvolvían con avidez y espontaneidad.

     Aunque el comienzo de la obra y durante diez minutos aproximadamente el tono de la representación fue débil ( tal vez por la narración en OFF con la que comienza el espectáculo) poco a poco los actores y actrices van cogiendo cada vez más fuerza llegando incluso a conmoverme la belleza poética  de los versos y la riqueza expresiva de las palabras de Lope de Vega.

     Me llamó poderosamente la atención la simplicidad y eficacia del decorado: ocho troncos de árbol y un cambio de luces impresionante hacían a la vez de salón y de bosque , formando un laberinto en el que los actores y actrices se movían con acierto y habilidad.